Blogia
Francisco Pérez - Galdós

PREDICAR CON EL EJEMPLO

PREDICAR CON EL EJEMPLO

       A menudo, en esta sociedad que nos ha tocado vivir, te encuentras con un sinfín de personas más o menos simpáticas o malhumoradas, inteligentes o necias, educadas o pasotas, solidarias o egoístas, sensibles o indiferentes, ... y sabes que son así; todos, en mayor o menor medida, las admitimos, aceptando esos defectos o virtudes, como signo de la pluralidad social en la que estamos inmersos.

      Sabemos que hay virtudes que no son intrínsecas a la persona: no todos tenemos que ser simpáticos, inteligentes, cultos, guapos, sensibles, etc., sin embargo, sí hay otras que, por edad y formación, deberían formar parte de nosotros mismos.

      Es admisible que alguien sea menos educado o menos tolerante que otro, pero iría en contra de mi forma de ser aceptar la mala educación y la intolerancia como algo natural y normal por ser habitual en el devenir diario.

      La falta total de las más mínimas normas de educación, están hoy “a la orden del día”: no saludar, no dar las gracias, la falta de respeto a los mayores, ese tuteo generalizado, son para muchos el modelo de urbanidad que tienen establecido y que, a fuerza de repetirlo, intentan que lo aceptemos los demás.

      Es muy común encontrar personas que no sólo piden, sino exigen, que los demás seamos tolerantes y aceptemos, sin opinar ni razonar, todo lo que a ellos/as les parece correcto; pero que, de repente, al más mínimo inconveniente, se descubren y se nos presentan como los verdaderos intolerantes que son.

      En algunos lo esperas, en otros te sorprende, en nadie lo entiendes pero, sin embargo, debemos aceptar que a lo largo de nuestra vida nos vamos a encontrar con esa dicotomía en seres que no tienen claro eso de “predicar con el ejemplo”.
 

0 comentarios